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Prólogo

Recibir un mensaje urgente solo podía significar que algo había ido rematadamente mal. Con un escalofrío, Eino se levantó de un salto y salió del agua despidiéndose de su mujer a duras penas.
Cuando llegó al Centro de Mando, los rostros de preocupación que le recibieron hicieron que se marease. La misión, en peligro, quizás fracasada. Tanto trabajo…


– Señor Virta –le saludó un oficial-. Acompáñeme, señor. El equipo le está esperando.

La sala de control era un caos. Una marabunta yendo y viniendo, cargando paneles, cifras y datos, algunos echándose las manos a la cabeza, sin distinciones de rango. Definitivamente, algo había salido mal, muy mal.

– ¿Se puede saber qué pasa? –preguntó Eino Virta al oficial.

– En seguida, señor –contestó él-. El equipo ya está reunido, solo falta usted.

Siguió al oficial hasta la sala de reunión, algo molesto porque el equipo de mando se hubiese reunido en su ausencia. Sin él, el máximo responsable de la misión Laestisa II.

Cuando entró en la sala, la indignación se convirtió en sorpresa.
Los Tres presidían la mesa de reuniones. Aquello le superaba. Ninguno de los Tres se presentaba en el Centro de Mando jamás, solo cuando recibían un diario de la Laestisa. Y de aquello habían pasado ya 12 ciclos.

– Gobernadores –saludó Eino-. No esperaba verles hasta dentro de uno o dos ciclos.

Uno de ellos se levantó y le invitó a sentarse junto a él con un amago de sonrisa.

– Siéntese, señor Virta –dijo el Gobernador-. La situación requería nuestra presencia.

Eino tomó asiento e hizo un gesto, pidiendo una explicación.

– Señor –comenzó uno de los miembros del equipo-. Señor, hemos recibido un mensaje urgente de la Laestisa. El primero en toda la misión.
– Ya lo sé –dijo Eino, perdiendo la paciencia -. Lo que quiero saber es qué dice ese dichoso mensaje.

– Señor… -continuó- También hemos recibido el diario.

Mierda, mierda, mierda. Aquello no tenía sentido.

– No esperábamos ese diario hasta dentro de dos ciclos por lo menos –dijo Eino-. ¿Qué ha pasado? ¿No han encontrado nada?
– No lo sabemos, señor –repuso otro miembro del equipo-. Solo hemos abierto el primer mensaje. El diario le corresponde a usted leerlo el primero, como siempre, señor.

– ¿Y el mensaje?

– Sí, señor.

Uno de los Gobernadores le acercó un panel con el archivo ya abierto. Eino pulsó la pantalla para reproducir el mensaje.

Aquí el oficial de ingeniería Jorma. Ciclo, 87. Lugar, puente de la Laestisa II. Órbita de Valmeri. Sistema noveno. Envío este mensaje en modo urgente, por si no llegase el diario de misión que enviaré a continuación. No tenemos energía suficiente para mandar ambos archivos en modo urgente. Hemos encontrado vida inteligente en el Sistema noveno. Repito, hemos encontrado vida inteligente en el Sistema noveno. El contacto ha sido hostil. Son… unaitis. No lo sé, los del equipo de contacto aún no se ponen de acuerdo. La situación en el muelle de las lanzaderas es crítica, el oficial Oskari está teniendo un fuerte enfrentamiento con el resto del equipo. Quieren subir a un unaiti… A una de esas cosas, a la Laestisa. Repito, la situación es hostil, la misión peligra. Envío este mensaje en modo urgente, mandaré a continuación el diario de misión. Fin del mensaje.

Eino se recostó sobre el respaldo de la silla.

– ¿Logró mandar el diario también? –preguntó únicamente.
– Sí, señor- respondieron-. Puede que tuviesen más energía de la que pensaba el oficial Jorma. Aun así, estamos tratando de localizar su situación actual. Hemos supuesto, por el mensaje, que habrían abandonado el Sistema noveno hace ya tres o cuatro ciclos, dependiendo de cómo enviasen el mensaje.

Eino asintió con la cabeza en silencio. Volvió a reproducir el mensaje dos veces más, y todos, incluso los Tres, escucharon con él.

– Ha hablado de Valmeri –observó uno de los Gobernadores.
– Y de unaitis… -añadió otro.

– Mal asunto –dejó escapar alguien-. No son dos cosas que se relacionen bien. No es buena señal.

Eino estaba de acuerdo. El mensaje de Jorma no tenía sentido. Y, por lo que vio en la sala de control, no podían localizar la Laestisa. El Sistema noveno era la última parte de la misión, la más imprecisa y la más controvertida. Muchos sostuvieron durante ciclos que la misión Laestisa II no debía entrar en ese Sistema desconocido.

Valmeri y unaitis. Mal fario. De pronto sintió la necesidad imperiosa de volver al agua.

– Por lo que veo, no vamos a avanzar hasta que no eche un vistazo al diario –sentenció Eino-. ¿Lo habéis pasado a panel?
– Sí, señor –dijo un ingeniero-. Está en su despacho, custodiado por orden de los Gobernadores.

Los Tres inclinaron la cabeza a la vez.

– Tiene varias entradas escritas y de audio, algunas guardadas como mensaje rápido. Si algo hubiese ido mal en el planeta objetivo del Sistema noveno, lo normal sería tener muchos mensajes rápidos de audio… Pero casi todos son escritos.

Eino se levantó tras reverenciar a los Tres.

– Bien –concluyó Eino-. Me lo llevaré a casa, quiero verlo con tranquilidad, y los baños de aquí siguen siendo horribles.

Varios se permitieron sonreír y asentir con la cabeza. Eino se despidió del equipo, mandó una búsqueda en las proximidades de su sistema, y volvió a reverenciar a los Tres.
Cuando salió de la sala, se permitió un momento de desánimo. Todo apuntaba a que la misión había fracasado. Guardaban los diarios, sí, pero el sueño de su padre cuando concibió la Laestisa II, fue recibir a la tripulación. Tenían incluso preparado el programa de inserción social y habituación. Se dejó llevar por su parte más visceral, y musitó un par de oraciones al Padre para alejar la mala suerte. Valmeri y unaitis. Mal asunto.

Llegó a casa con el diario de misión. Se desvistió, se sirvió una bebida, y fue a la salita sin despertar a su mujer. Se metió en el agua, y tras unos minutos de descanso, cogió el panel y abrió el diario.